jueves, 12 de enero de 2012

La negación del delito y sus efectos

Afirma investigador de la UV

La negación del delito y sus efectos
multiplica el miedo en la ciudadanía

  • José Alfredo Zavaleta Betancourt participó en el Foro Seguridad con Legalidad 2012
Minimizar los efectos de la inseguridad no logra otra cosa más que multiplicar el temor entre la ciudanía, manifestó José Alfredo Zavaleta Betancourt, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana (UV), durante su participación en el Foro Seguridad con Legalidad 2012, en las instalaciones del Museo Interactivo de Xalapa.
El investigador de la UV expuso que no es tanto la inseguridad sino la impunidad el condicionante básico que obstaculiza los intentos por construir “una estructura de protección ciudadana que atienda las causas del problema”. La seguridad, paradigma de las políticas públicas, debe otorgar prioridad a la protección de los derechos de las personas y permitir la convivencia libre y pacífica.
“Es necesario atender el problema cuando se ha manifestado y, al mismo tiempo, contener los delitos de alto impacto que son determinantes de circunstancias, como el miedo que experimentan los ciudadanos”, añadió.
Al analizar las tendencias políticas en la aplicación de los factores de seguridad, señaló que la variable de régimen político es muy importante: “La clase política de derecha o de centro-derecha generalmente se atiene a decisiones pasadas; la izquierda o centro-izquierda tiende a oponerse con una crítica de lo que considera la criminalización de la lucha contra la violencia y los efectos colaterales de la prevención del delito, pero sin propuesta alternativa.
”Cuando la izquierda logra gobernar a cualquier nivel, termina haciendo cosas muy similares a las que criticaba. La seguridad es un valor que no puede entenderse solamente como la ausencia de riesgo o amenaza a la seguridad física, sino que se trata fundamentalmente del respeto hacia la ciudadanía”.
Además, abordó lo que parece una tendencia común en América Latina: la negación, que sólo resulta en la multiplicación del miedo y en factor inhibitorio para discutir de manera corresponsable con los gobiernos cuál sería el derrotero más eficaz para enfrentar el problema.
“Las propias instituciones encargadas de contener el delito o la violencia no cuentan con mecanismos externos de revisión de cuentas. Las cosas se complican cuando la sociedad civil se inhibe por el miedo para participar en la supervisión de las actividades de las instituciones encargadas de la prevención del delito. No hemos creado la confianza suficiente para sentar las bases de la corresponsabilidad y la coproducción de la seguridad con nuestros regímenes políticos.”
Lo peor se da cuando pensamos que el problema no es de nosotros. “Cuando nos ocurre, obviamente nos sentimos aislados porque hemos descartado la posibilidad de una práctica responsable de la denuncia. Allí tenemos un reto magnífico: cómo impulsar una estrategia de comunicación”.
La delincuencia organizada es la modalidad más “fotogénica” para los medios de información, y a ella se presta quizá demasiados espacios, sin prestar mucha atención a los delitos del fuero común, que son los más numerosos, los de mayor incidencia en nuestro país.
“Necesitamos un registro puntual de lo que acontece, y eso implica no sólo el conocimiento detallado de quienes caen del bando de los delincuentes; también se requiere la base de datos de las víctimas directas e indirectas, a fin de realizar una ley de víctimas para la reparación de daños parciales.”
En la lucha contra el crimen organizado y la violencia, en el estado y en el país, todo indica que las decisiones que se han adoptado son las “imprescindibles”. Pero el punto es, ¿contenemos algo a corto plazo? A mediano plazo, ¿estamos heredando el problema? “Hay que hacer un diagnóstico desde las causas del delito y la violencia e impulsar una política basada en la prevención del delito. La corresponsabilidad implica a los tres poderes, a académicos y periodistas, también a todos quienes estamos acostumbrados a esperar que los otros nos solucionen nuestros problemas.
”Hemos llegado a un punto en que no es posible seguir indiferentes e insensibles. Para eso hay que reconstruir la confianza de los ciudadanos. De otra manera, a corto plazo terminaremos por reconocer que quizá sea demasiado tarde para intervenir como gobierno y como sociedad civil.”

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